viernes, octubre 13, 2017

arguedas íntimo

Quien escribe no tiene duda alguna de que José María Arguedas es uno de los autores peruanos a quien, y de quien, más se lee. Al menos, eso es lo que prefiero creer a cuenta de la demanda que tienen sus libros. En mi caso, me gusta Arguedas, y mucho, pero también me interesa leer todo lo referido a su vida y obra.
Al respecto, tenía conocimiento de una publicación que por cosas extrañas de la vida, me estaba siendo esquiva. Pues bien, esa situación cambió porque semanas atrás compré Días de sol y silencio. Arguedas: el tiempo final (Universidad Garcilaso de la Vega, 2011) de Alfredo Pita.
Libro breve, pero iluminador. En él, el autor de El cazador ausente ofrece un acercamiento a los últimos años que compartió con Arguedas, pero no en su condición de escritor en ciernes rendido en admiración por Arguedas, sino como alguien cercano a su persona y familia, es decir, Pita despliega una impresión íntima del autor, ofreciéndonos mediante el asombro moderado su rutina vital, que como tal tira por los suelos la leyenda de intelectual en permanente tristeza.
Pita se vale de un lenguaje conciso y diáfano. Es precisamente en esta deliberada falta de adorno de la prosa que la narración logra concretar su objetivo: hacernos partícipes de los últimos años del autor, un autor que quiso a su esposa Sybila Arredondo y a los hijos de esta, los mismos que también lo quisieron; del mismo modo sus amistades que veían por su salud emocional. En otras palabras, un Arguedas del día a día, entregado a su pasión mayor: pensar el Perú.
Cuando Pita comienza a frecuentar a Arguedas, este ya era un autor reconocido. En este sentido, el testimonio de Pita resulta iluminador para entender la trastienda de la escritura del libro que en aquel entonces venía escribiendo, El zorro de arriba y el zorro de abajo. De paso, el autor nos ofrece una versión distinta a la polémica que sostuvo con Julio Cortázar, que según la leyenda literaria fue determinante para que Arguedas terminara suicidándose.
Percibimos en cada página una sensibilidad, sin duda, hablamos de experiencia literaria, pero una que se consigue gracias al paso de los años. Un libro como este no pudo escribirse en caliente, las ciénagas emocionales rara vez contribuyen a los homenajes. Por esa razón, la presente publicación se defiende como testimonio perdurable, gracias a su honestidad, brindándonos una imagen de Arguedas visto de perfil, sea en sus fuerzas y vergüenzas. 
Nos encontramos ante un libro de lectura recomendada, pero poco se puede hacer porque es una víctima involuntaria de la mala distribución de los fondos editoriales de las universidades locales, que sí tienen muy buenos títulos. Ojalá afinen esa logística.

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