domingo, febrero 18, 2018

desorganización

Luego de algunos días dedicados al más fructífero hueveo, aunque esto no es más que mero eufemismo, me informo de algunas noticias mientras comienzo la lectura de La llamada de la tribu de Vargas Llosa. Por más que uno trate de hablar de otros asuntos, como los libros leídos, las películas que vuelves a ver y las nuevas bandas que escuchas, hay que tocar otra vez ciertos temas.
Ante la absolución de Adrián Pozo, el infeliz agresor de Arlette Contreras, a quien arrastró y golpeo en un hostal de Ayacucho, regresan con mayor fuerza los debates sobre los abusos que sufren las mujeres peruanas. Leo los motivos de los jueces que vieron el caso y no sorprende la base “racional” que les sirve para justificar la limpieza legal del agresor.
Cuando sucedió esta vejación, no pocos colectivos feministas se unieron en pos de lo que terminó siendo una marcha histórica, en la que también participó la sociedad civil. Sin embargo, este movimiento espontáneo no pudo ser aprovechado como organización ciudadana. Su nula representación política en la vida social es prueba de ello, nulidad materializada gracias a los afanes políticos de ciertos colectivos feministas que quisieron apoderarse del sentido común de la defensa de la mujer. Por amigas que integraban estos colectivos pude enterarme de sus decepciones ante lo que presenciaban en las asambleas: la aparición del feminismo figuretista, que terminó convertido en un engendro que más de una bautizó como feminismo Mainstream. 
Hubo pues un aprovechamiento político del caso de Contreras. Su proceso debió ser seguido y se tuvo que realizar constantes llamados de alerta sobre las triquiñuelas legales que venía ejerciendo la familia de Pozo. Por eso la indignación colectiva que vemos en las redes, pero ahora esta se tiñe de penoso cariz: su desorganización. De haber habido un orden básico, no estaríamos siendo testigos del desamparo en el que se encuentra Contreras, que a estas alturas es la cruda metáfora de todas las mujeres agredidas, asesinadas y maltratadas de este país.

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